La Mujer Raíz
"Como
sucede con todas las semillas, hubo un tiempo en el que la mujer raíz no fue
más que un pequeño brote lleno de verdor y vida; sus pequeñas hojas se movían
libres y alegres con la canción del viento. Tiempo después y gracias a las
caricias del sol y a los golpes de la lluvia la mujer raíz se convirtió en una
flor de hermosos pétalos, en sus cabellos estaba impregnado el olor de la
tierra tanto como el de las nubes; conforme los años pasaron, la flor se fue
convirtiendo en un árbol y aunque su corteza comenzó a volverse dura no lo hizo
su corazón, adquirió la sabiduría del roble y el encino, se sabía bella ya no
como la semilla, ni como la flor sino bella como solo puede serlo un árbol; y
sus ramas crecieron grandes y fuertes y poco a poco fueron retoñando de ella
otras semillas y otras flores que con el pasar de los años también se volverían
árboles.
Y
cuando esto pasó, de esta mujer comenzaron a brotar raíces que envolvieron su
cuerpo. Ella miraba asombrada las marcas sobre su corteza y lejos de sentirse
triste como el resto de las mujeres, ella sonrió. ¿Quién se atrevería a negar
la belleza de su naturaleza? ¿Quién negaría que las marcas forjadas con el
tiempo, tanto las dolorosas como las dulces son propias del camino recorrido a
lo largo de nuestras vidas? La mujer raíz sabía
que todos por igual llevaban marcas visibles e invisibles y que esas
marcas no eran más que un recordatorio de la vida misma…
Nadie
juzga a un árbol por su corteza ¿porqué se juzgan los seres humanos por las
marcas y cicatrices en su cuerpo?"
(junio 16, 2014 por Paola Klug)
Este hermoso texto extraído del blog de Paola Klug me ha parecido una acertada metáfora para describir el camino del Yoga. Al igual que el árbol no se esfuerza por disimular sus cicatrices, pues son más que las huellas de sus vivencias, buenas y malas, el practicante de Yoga aspira a reconocer estas huellas en su cuerpo como algo natural y muy valioso. Ellas nos dan la información de quienes somos y nos conectan con nuestra más profunda esencia. Esto es lo que hacemos en una práctica de Yoga: desarrollar una escucha hacia nuestro propio cuerpo y nuestra respiración. De esta manera obtenemos una información muy valiosa sobre como nos encontramos y qué estamos necesitando; unas veces despertar, ejercitar o relajar alguna zona en concreto y otras simplemente aquietar y disfrutar del momento presente.
Cuando de verdad conectamos con nosotros mismos, nos damos
cuenta de que ya somos perfectos tal cual somos, de que no hay ninguna
aspiración más elevada que la de estar en el aquí y ahora.
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